En el curso de la
última década, el terrorista internacional Luis Posada Carriles, de
manera
sistemática, ha recurrido a su estado de salud, supuestamente malo, para
justificar el tratamiento privilegiado que solo sus lazos con la CIA
explican, e intentar salvarse
de los castigos que sus víctimas reclaman.
Desde su arresto en
Panamá, en el 2000, cuando intentó colocar 30 kilos de explosivos
militares C4
en un anfiteatro donde iba a hablar el líder cubano Fidel Castro, los
abogados
de Posada han constantemente citado y utilizado ante las cortes la larga
lista
de sus supuestos padecimientos que van de un cáncer de la piel hasta el
diabetes y el artritis.
Sin embargo,
mientras que una corte de Texas acaba de autorizarle a comparecer por
teléfono
por “razones médicas”, ninguna de sus pretendidas enfermedades ha
obstaculizado su reciente participación en una concentración callejera
promocionada por Gloria Estefan.
Posada ha sido
arrestado en Panamá el 17 de noviembre del 2000 con un grupo de
cómplices,
cuando iban a dar los últimos pasos a un complot que hubiera provocado
cientos
de muertos, según todos los expertos que comparecieron en su juicio al
termino
del cual fue encontrado culpable y condenado a varios años de cárcel.
Sin embargo, no
habían ya empezado los procedimientos cuando la agencia norteamericana
Associated Press (AP) publicaba, el 28 julio de 2001 que tenía “serios
padecimientos de salud”.
Citando a la
abogada mafiosa Rosa Mancilla de Cruz, AP precisaba, textualmente que “a
Posada Carriles se le diagnóstico un carcinoma en la nariz y los médicos
temen
que pueda desembocar en un cáncer con serias complicaciones, además
sufre de
una angina de pecho que se complica por sus avanzados 73 años”.
En este mismo
cable, la abogada insistía: "Esta muy deteriorado, lo he visto muy
frágil,
a veces tiene desmayos. Está caminando y de pronto se cae. Son
situaciones muy
delicadas y lo han certificado los mismos médicos".
Para más
credibilidad mediática, Mancilla hacía sus declaraciones a AP “a la
entrada de un hospital público al que sería conducido” Posada Carriles.
Los eventos
ulteriores confirmaron que no solo Posada ya beneficiado de condiciones
de
encarcelamiento excepcionales, soñaba con una orden de detención
domiciliaria,
sino que previa la alternativa de una fuga si no se concretaba el
indulto que
ya sus socios de Miami negociaban con la presidenta Mireya Moscoso.
Un hospital privado
para un terrorista privilegiado
Sin embargo, a
pesar de las promesas de su narco-abogado Rogelio Cruz que luego se
encargo
personalmente de su caso, Posada Carriles tuvo que esperar los últimos
días de
junio de 2002, para ser trasladado desde la cárcel de El Renacer al
hospital
privado San Fernando, a unos pasos de la Embajada de Estados Unidos.
La medida –
un privilegio más – violaba lo establecido por las propias autoridades
carcelarias que obligaban a los prisioneros ser atendidos en el hospital
público Santo Tomás.
En el hospital
privado San Fernando, los médicos reclutados por Cruz le diagnosticaron
un sinnúmero
de padecimientos. Según los especialistas, el ex agente CIA padecía no
solo de
un cáncer de piel, esta vez confirmado, sino de atrofia encefálica,
arterioesclerosis múltiple con degeneración de los tejidos,
insuficiencia
cerebro vascular, además de afecciones auditivas y de hipertensión.
El estado
“trágico” de Posada fue rápidamente trasladado al mundo por la
complaciente agencia española EFE que anunció, citando al “ex procurador
de Panamá Rogelio Cruz” como el “anticastrista cubano” fue
ingresado en un hospital privado de la capital panameña “tras sufrir
severos quebrantos de salud en la prisión”,
La agencia omitía
precisar que Cruz fue procesado, al ser “liberado” del procurador de
Panamá, por corrupción y narcotráfico.
Los archivos
señalan como Cruz dijo a EFE que Posada fue internado “tras sufrir
problemas cardíacos, cáncer de piel, hipertensión arterial y afecciones
en el
oído medio que le hacen perder el equilibrio”.
El colmo: Cruz
justificó el traslado de Posada a un hospital privado al indicar como
“los médicos de la policía” lo remitieron en primera instancia al
estatal Hospital Santo Tomás, “pero debió ser sacado de la Sala 31, para
delincuentes,
porque había allí seis tuberculosos con sida”.
Llega el 24 de mayo
2004. A
Posada le queda poco que sufrir en su celda cinco estrellas con
télefono,
televisor e Internet: ya está a punto de concluirse el negocio de su
indulto
con la presidenta. Esta misma que vive hoy con quién era entonces su
Procurador
General y Ministro de Justicia y amarro la salida.
Este día, el
“anticastrista” que ha sido condenado el 20 de abril a ocho años de
prisión por su plan para asesinar al presidente de Cuba, está de nuevo
hospitalizado por sentirse afectado por “mareos, vista borrosa y pérdida
de equilibrio”. Esta vez no logro evitar el hospital Santo Tomás y sus
tuberculosos aunque, según el abogado Cruz, sigue con su “cáncer en la
nariz, hipertensión arterial y problemas cardiovasculares”.
A su salida de la
prisión de El Renacer, en Panamá, el anciano enfermo fue capaz de
desaparecerse
durante varios meses en Honduras gracias a su red centroamericana
conformada
por varios delincuentes. Luego ni su cáncer ni su artritis le impidieron
entrar
clandestinamente a México y cruzar el Golfo en un barco camaronero
acompañado
de connotados terroristas hasta entrar ilegalmente en territorio
estadounidense
para vivir ahí escondido durante unas semanas.
“No amenaza
la tranquilidad de nadie”
Después de Panamá,
este mismo guión del anciano enfermo no se perderá. En El Paso. Texas,
durante
el juicio “culebra” que mantienen los abogados de la Sección
“antiterrorista” del Departamento de Justicia, el actual defensor
de Posada, el abogado mafioso Arturo Hernández, ha retomado la
enumeración de
“padecimientos” en cada oportunidad que tuvo.
Al tratar de
ganarse el favor del tribunal, Hernández sostiene que Posada sufre de
toda una
serie de enfermedades que van del cáncer a la diabetes y presión
arterial alta,
añadiendo esta vez el artritis.
"Posada es una
persona anciana y enferma que no amenaza la tranquilidad de nadie",
expresó en una oportunidad el abogado.
Al dar una
descripción de las condiciones de detención en la cárcel del condado de
Otero,
en Nuevo México, donde Posada se encontraba, Hernández subrayaba que
"mantienen la luz encendida las 24 horas del día", y “no se
ofrece servicios médicos adecuados”.
En julio del 2007,
el Embajador saliente de Estados Unidos en Venezuela, William
Brownfield, recuperó
el tema del “cáncer” para justificar la situación privilegiada del
terrorista Posada en declaraciones al diario venezolano Panorama.
"El señor Luis
Posada Carriles es un hombre de 79 años, que según parece padece de
cáncer, es
bastante evidente que no es ningún peligro inminente para nadie",
Cinco años después
de su entrada clandestina en Estados Unidos, el delincuente
internacional sigue
en Miami, conspirando con sus cómplices de siempre.
¿Qué pasa con su
estado de salud que estremece a la jueza tejana Kathleen Cardone al
punto de
liberarlo de un viaje agotador?
Sus padecimientos
no le impidieron reunirse en privado con Gloria Estefan en un
restaurante para
luego aparecerse en la marcha organizada en la Calle Ocho por la
cantante - que confirmó hace unos meses que colabora con la CIA.
Según el sitió web
Cubadebate, Posada se encontraba este 16 de mayo, celebrando en otro
restaurante miamense, calle 7 del NW y avenida 41, y que “acompañó su
manjar culinario con una botella de vino”.
¿Se habrá curado
del diabetes?
¿Que habrá pasado
con su cáncer? ¿Y con su angina de pecho, sus problemas cardíacos, su
hipertensión arterial, sus afecciones en el oído, sus mareos, su vista
borrosa,
sus pérdidas de equilibrio, su atrofia encefálica, su arteriosclerosis
múltiple, su insuficiencia circulatoria y su artritis ?
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