En estos días el
sistema nacional de salud ha estado en boca de cubanas y cubanos.
El anuncio del incremento salarial a este sector,
ha causado regocijo y esperanzas en la población, pero también no pocos
reclamos, ante la necesidad de elevar la calidad de los servicios de
sanidad que se prestan en el país.
TRANSFORMACIONES NECESARIAS
Cuba cuenta con un sistema de salud de calidad,
universal, gratuito, accesible, regionalizado e integral, cuyo alcance
va más allá de intrincadas geografías y no discrimina por afiliaciones
políticas o religiosas; aunque no queda exento de algunas deficiencias. A
partir de 2010 se inició un proceso de transformación en este sector,
para elevar el bienestar de la población, incrementar la calidad y
satisfacción en los servicios, y conformar así el sistema eficiente y
sostenible que tanto necesitamos.
Establecer la plantilla estrictamente necesaria, reorganizar,
compactar y regionalizar de forma asistida los servicios de salud,
retomar los conceptos fundacionales del
Programa del Médico y Enfermera de la Familia,
reordenar los Programas de Cooperación Médica, así como readecuar la
formación de recursos humanos, fueron los primeros pasos que anunciaban
la consolidación de un sistema de salud más acorde a los tiempos que
corren y a las necesidades de la población.
Una vez puestos en marcha los cambios, arrojaron gratos resultados:
Según expresara Emilio Delgado, Director de Atención Médica de
MINSAP, “la tasa de mortalidad infantil se mantuvo por debajo de 5 por
mil nacidos vivos en los últimos cinco años, reduciendo el bajo peso al
nacer de un 5.4 por ciento en 2010 a 5.1 en 2013, alcanzando una
mortalidad materna directa de 21.5 por cada 100 mil nacidos vivos en el
año 2013 (cifra similar a la alcanzada en 2012) y disminuyendo la
mortalidad en el menor de cinco años con una tasa de 5.7 por cada 1000
nacidos vivos”.
Con los servicios médicos asistenciales reorganizados en función de
los territorios, la calidad de la atención se elevó, y se garantizó una
expectativa de vida de al menos 78 años, y mejores condiciones en varias
instituciones, tras la reparación en 2013 de 3 168 centros con un total
de 5 996 objetos de obra en todo el país.
El proceso de transformaciones en la red hospitalaria cubana ha
permitido la existencia de 152 hospitales en el país y 16 instituciones
de subordinación nacional, 11 mil 400 consultorios, y el rescate de 733
viviendas de médicos y 230 de enfermeras. Éstas últimas reducen las
consultas externas en los hospitales, y potencian el método de atención
primaria.
La reorganización que permitió la eliminación de 109 mil plazas, más
la prioridad otorgada al método clínico por encima de los análisis a
ultranza, ha permitido un ahorro al país de más de 2 mil millones de
pesos.
Más de 130 mil trabajadores de la salud han cumplido misión en 60
países, y han ingresado al país miles de millones de dólares,
convirtiéndose en el sector de servicios que, en términos económicos,
más aporta al país, con el 69 por ciento de las exportaciones por
servicios.
Estas transformaciones han permitido lograr un sistema eficiente y
compacto sin disminuir los servicios. Debido a los importantes ingresos
que genera para la nación, es el primer beneficiado por el gobierno
cubano para recibir un incremento salarial, sopesando también que el
salario promedio del personal de salud era inferior en 20 pesos al
salario medio del país.
RETOS POR ENFRENTAR
Lamentablemente, cuando se habla de salud pública en estos tiempos es
prácticamente inevitable apelar a la historia vivencial o la
experiencia de algún conocido en la que la ética del personal de salud
(entiéndase que hablo del individuo no del sistema), ha dejado un mal
sabor.
Llegar a la consulta cargados con algún “presentico” en “especies” o
en “metálico” tiene que dejar de ser una escena común en estas
instalaciones. Nosotros, como usuarios de estos servicios, no debemos
permitir actitudes inescrupulosas por parte de algunas personas que,
valiéndose de su puesto, negocian con lo más preciado que tiene el ser
humano, la salud.
El comercio ilícito de medicamentos o instrumentos médicos, debe
encontrar un fin inmediato. Las autoridades del Ministerio de Salud
trabajan para erradicar estos males que han proliferado en numerosos
centros asistenciales, pero no se trata de una batalla a corto plazo.
Los servicios de sanidad cubanos no quedan fuera de la crisis de
valores que atraviesa nuestra sociedad, es por ello que se hace
necesaria la formación de profesionales comprometidos con su profesión,
capaces de devolverle el reconocimiento y el respeto a la bata blanca,
para que tanto su color como su comportamiento reflejen la pureza de un
sistema que vela por el bienestar de los ciudadanos.
Y aunque el estímulo monetario es ineludible, ojalá nuestros galenos
vuelvan a apreciar el verdadero valor de la sonrisa del paciente que se
despide agradecido.
Garantizar las competencias profesionales del personal de la red
hospitalaria cubana en aras de una mejor atención, y potenciar las
investigaciones científicas y el desarrollo tecnológico, son algunas de
las metas con vistas al futuro.
Esperemos entonces que, -dentro de un período corto de tiempo-,
cuando de salud en Cuba se hable, podamos presumir de una mayor
organización, control y disciplina. Y de una vocación inigualable para
ayudar al prójimo.
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