lunes, 24 de mayo de 2010

El “cáncer” de Posada Carriles: ¿Quién está engañando a quién?


En el curso de la última década, el terrorista internacional Luis Posada Carriles, de manera sistemática, ha recurrido a su estado de salud, supuestamente malo, para justificar el tratamiento privilegiado que solo sus lazos con la CIA explican, e intentar salvarse de los castigos que sus víctimas reclaman.


Desde su arresto en Panamá, en el 2000, cuando intentó colocar 30 kilos de explosivos militares C4 en un anfiteatro donde iba a hablar el líder cubano Fidel Castro, los abogados de Posada han constantemente citado y utilizado ante las cortes la larga lista de sus supuestos padecimientos que van de un cáncer de la piel hasta el diabetes y el artritis.

Sin embargo, mientras que una corte de Texas acaba de autorizarle a comparecer por teléfono por “razones médicas”, ninguna de sus pretendidas enfermedades ha obstaculizado su reciente participación en una concentración callejera promocionada por Gloria Estefan.

Posada ha sido arrestado en Panamá el 17 de noviembre del 2000 con un grupo de cómplices, cuando iban a dar los últimos pasos a un complot que hubiera provocado cientos de muertos, según todos los expertos que comparecieron en su juicio al termino del cual fue encontrado culpable y condenado a varios años de cárcel.

Sin embargo, no habían ya empezado los procedimientos cuando la agencia norteamericana Associated Press (AP) publicaba, el 28 julio de 2001 que tenía “serios padecimientos de salud”.

Citando a la abogada mafiosa Rosa Mancilla de Cruz, AP precisaba, textualmente que “a Posada Carriles se le diagnóstico un carcinoma en la nariz y los médicos temen que pueda desembocar en un cáncer con serias complicaciones, además sufre de una angina de pecho que se complica por sus avanzados 73 años”.

En este mismo cable, la abogada insistía: "Esta muy deteriorado, lo he visto muy frágil, a veces tiene desmayos. Está caminando y de pronto se cae. Son situaciones muy delicadas y lo han certificado los mismos médicos".

Para más credibilidad mediática, Mancilla hacía sus declaraciones a AP “a la entrada de un hospital público al que sería conducido” Posada Carriles.

Los eventos ulteriores confirmaron que no solo Posada ya beneficiado de condiciones de encarcelamiento excepcionales, soñaba con una orden de detención domiciliaria, sino que previa la alternativa de una fuga si no se concretaba el indulto que ya sus socios de Miami negociaban con la presidenta Mireya Moscoso.

Un hospital privado para un terrorista privilegiado

Sin embargo, a pesar de las promesas de su narco-abogado Rogelio Cruz que luego se encargo personalmente de su caso, Posada Carriles tuvo que esperar los últimos días de junio de 2002, para ser trasladado desde la cárcel de El Renacer al hospital privado San Fernando, a unos pasos de la Embajada de Estados Unidos.

La medida – un privilegio más – violaba lo establecido por las propias autoridades carcelarias que obligaban a los prisioneros ser atendidos en el hospital público Santo Tomás.

En el hospital privado San Fernando, los médicos reclutados por Cruz le diagnosticaron un sinnúmero de padecimientos. Según los especialistas, el ex agente CIA padecía no solo de un cáncer de piel, esta vez confirmado, sino de atrofia encefálica, arterioesclerosis múltiple con degeneración de los tejidos, insuficiencia cerebro vascular, además de afecciones auditivas y de hipertensión.

El estado “trágico” de Posada fue rápidamente trasladado al mundo por la complaciente agencia española EFE que anunció, citando al “ex procurador de Panamá Rogelio Cruz” como el “anticastrista cubano” fue ingresado en un hospital privado de la capital panameña “tras sufrir severos quebrantos de salud en la prisión”,

La agencia omitía precisar que Cruz fue procesado, al ser “liberado” del procurador de Panamá, por corrupción y narcotráfico.

Los archivos señalan como Cruz dijo a EFE que Posada fue internado “tras sufrir problemas cardíacos, cáncer de piel, hipertensión arterial y afecciones en el oído medio que le hacen perder el equilibrio”.

El colmo: Cruz justificó el traslado de Posada a un hospital privado al indicar como “los médicos de la policía” lo remitieron en primera instancia al estatal Hospital Santo Tomás, “pero debió ser sacado de la Sala 31, para delincuentes, porque había allí seis tuberculosos con sida”.

Llega el 24 de mayo 2004. A Posada le queda poco que sufrir en su celda cinco estrellas con télefono, televisor e Internet: ya está a punto de concluirse el negocio de su indulto con la presidenta. Esta misma que vive hoy con quién era entonces su Procurador General y Ministro de Justicia y amarro la salida.

Este día, el “anticastrista” que ha sido condenado el 20 de abril a ocho años de prisión por su plan para asesinar al presidente de Cuba, está de nuevo hospitalizado por sentirse afectado por “mareos, vista borrosa y pérdida de equilibrio”. Esta vez no logro evitar el hospital Santo Tomás y sus tuberculosos aunque, según el abogado Cruz, sigue con su “cáncer en la nariz, hipertensión arterial y problemas cardiovasculares”.

A su salida de la prisión de El Renacer, en Panamá, el anciano enfermo fue capaz de desaparecerse durante varios meses en Honduras gracias a su red centroamericana conformada por varios delincuentes. Luego ni su cáncer ni su artritis le impidieron entrar clandestinamente a México y cruzar el Golfo en un barco camaronero acompañado de connotados terroristas hasta entrar ilegalmente en territorio estadounidense para vivir ahí escondido durante unas semanas.

“No amenaza la tranquilidad de nadie”

Después de Panamá, este mismo guión del anciano enfermo no se perderá. En El Paso. Texas, durante el juicio “culebra” que mantienen los abogados de la Sección “antiterrorista” del Departamento de Justicia, el actual defensor de Posada, el abogado mafioso Arturo Hernández, ha retomado la enumeración de “padecimientos” en cada oportunidad que tuvo.

Al tratar de ganarse el favor del tribunal, Hernández sostiene que Posada sufre de toda una serie de enfermedades que van del cáncer a la diabetes y presión arterial alta, añadiendo esta vez el artritis.

"Posada es una persona anciana y enferma que no amenaza la tranquilidad de nadie", expresó en una oportunidad el abogado.

Al dar una descripción de las condiciones de detención en la cárcel del condado de Otero, en Nuevo México, donde Posada se encontraba, Hernández subrayaba que "mantienen la luz encendida las 24 horas del día", y “no se ofrece servicios médicos adecuados”.

En julio del 2007, el Embajador saliente de Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield, recuperó el tema del “cáncer” para justificar la situación privilegiada del terrorista Posada en declaraciones al diario venezolano Panorama.

"El señor Luis Posada Carriles es un hombre de 79 años, que según parece padece de cáncer, es bastante evidente que no es ningún peligro inminente para nadie",

Cinco años después de su entrada clandestina en Estados Unidos, el delincuente internacional sigue en Miami, conspirando con sus cómplices de siempre.

¿Qué pasa con su estado de salud que estremece a la jueza tejana Kathleen Cardone al punto de liberarlo de un viaje agotador?

Sus padecimientos no le impidieron reunirse en privado con Gloria Estefan en un restaurante para luego aparecerse en la marcha organizada en la Calle Ocho por la cantante - que confirmó hace unos meses que colabora con la CIA.

Según el sitió web Cubadebate, Posada se encontraba este 16 de mayo, celebrando en otro restaurante miamense, calle 7 del NW y avenida 41, y que “acompañó su manjar culinario con una botella de vino”.

¿Se habrá curado del diabetes?

¿Que habrá pasado con su cáncer? ¿Y con su angina de pecho, sus problemas cardíacos, su hipertensión arterial, sus afecciones en el oído, sus mareos, su vista borrosa, sus pérdidas de equilibrio, su atrofia encefálica, su arteriosclerosis múltiple, su insuficiencia circulatoria y su artritis ?

Posada nació el 15 de febrero de 1928. Tiene hoy 82 años y se ve más saludable que una década atrás. ¿Quién está burlándose de quién?


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