jueves, 19 de mayo de 2011

Destruir una imagen demasiado molesta

Por: José Manzaneda
Cubainformación


Grandes medios de comunicación afirman –o insinúan- que las centenares de miles de personas que asisten en Cuba a manifestaciones como la del Primero de Mayo, lo hacen obligadas por su gobierno.
Iván García, uno de los llamados “periodistas independientes” cubanos que trabaja como corresponsal para el periódico español El Mundo, decía, en un texto del 30 de abril, que estos desfiles populares se realizan “no siempre de una manera espontánea” (1). Su explicación del supuesto mecanismo coercitivo del estado es un tanto surrealista: según el periodista, las llamadas “brigadas de respuesta rápida” –a las que define como “tropas de choque paramilitares”- “son citadas para realizar mítines de repudio”. Con esta explicación, lectores alejados de la realidad cubana acabarán creyendo que los millones de cubanas y cubanos que –por diferentes razones- no acuden a dichas manifestaciones son repudiados públicamente por unos violentos uniformados.

Varios medios han añadido este año un nuevo elemento a la tesis de la supuesta “obligatoriedad” de asistencia a dichos actos: la presión que –dicen- realiza el gobierno sobre los trabajadores por cuenta propia, un sector que, con los cambios económicos en marcha, ha tomando este año una particular relevancia social. El diario de Miami “El Nuevo Herald” presentaba, como “evidencias” de esta coacción, las declaraciones de Marta Beatriz Roque, conocida “disidente” de extrema derecha, y las palabras de un trabajador anónimo, que afirmaba –supuestamente- que “toda la gente de la cuadra se incorpora a esta actividad y seríamos mal vistos si decimos (que) no” (2). Pruebas incuestionables, sin duda.
La supuesta coerción gubernamental a estos trabajadores del sector privado es también argumento de un reciente artículo de Vicente Botín, excorresponsal de Televisión Española en La Habana (3). Su conocido odio hacia el gobierno cubano le hace llegar al absurdo de afirmar una cosa y la contraria en el mismo escrito: por un lado, dice que la asistencia a los desfiles “puntuará favorablemente en el proceso de selección que va a abrir la CTC (Central de Trabajadores de Cuba) para que los trabajadores no estatales puedan afiliarse”; para un poco más adelante afirmar que “la afiliación (al sindicato) es obligatoria” en el país. Si la afiliación es obligatoria, el autor debería explicar para qué deben demostrar estos supuestos “méritos” quienes desean hacerlo.
Curiosamente, Botín califica la movilización de millones de personas en toda Cuba, el Primero de Mayo, como una “parodia” y una “mascarada”, al tiempo que trata de pasar por representativa a la llamada “Confederación Obrera Nacional Independiente (CONIC)” que nadie conoce en la Isla, y que tendría –según el autor- 22 agrupaciones “independientes”. Lo que no nos dice es si, como ocurre con la mayoría de los microgrupos de la llamada “disidencia”, financiada por EEUU, su membresía supera las tres personas por cada “agrupación independiente”.
En el mismo artículo, en su habitual tono arrogante y resentido, Vicente Botín desprecia los mecanismos que existen en Cuba para reconocer el esfuerzo de trabajadores destacados, aplicando una trasnochada equivalencia con el llamado “estajanovismo” soviético. Precisamente, hace días, algunos de estos hombres y mujeres recibían medallas y reconocimientos. El Gobierno cubano premiaba, por ejemplo, a todo el colectivo del Centro Nacional de Retinosis Pigmentaria, cuyo trabajo ha servido para mejorar la vida de miles de personas en el mundo, afectadas por enfermedades de la vista. Otra “parodia” –imaginamos- para este periodista, cuyos libros repletos de mentiras contra Cuba cuentan con el apoyo editorial y mediático que es negado a tantos autores.
El supuesto “carácter sumiso” del pueblo cubano se ha convertido ya en mito mediático. Hace unos meses, la conductora de un programa de la Cadena Ser, emisora de radio del grupo español Prisa, llegaba a decir lo siguiente: “Por llamarlo de alguna forma y aunque la R.A.E. (Real Academia Española de la Lengua) no lo admita, (es) el aborregamiento de una sociedad (la española), que está como `cubanizada´. Tragamos echen lo que nos echen. Digo “cubanizada” porque es que en Cuba yo tengo la sensación –bueno, tengo la sensación no- ocurre lo mismo”.
Esta periodista, sin duda, conoce poco del carácter crítico de la actual sociedad cubana, cuya cultura política supera con mucho a la de la sociedad española. E ignora la historia de rebeldía del pueblo cubano, primero en su lucha contra el imperialismo español y después contra el estadounidense.
Unos medios utilizan los argumentos expuestos para menospreciar el poder de convocatoria de la Revolución cubana. Otros, prefieren, sencillamente, desviar la atención informativa. Mientras centenares de miles de cubanos y cubanas marchaban por las calles, algunos medios convertían en noticia la protesta de dos “disidentes” que se habían cosido la boca en apoyo a un contratista estadounidense encarcelado en Cuba, que había sido enviado por su gobierno para repartir a la “disidencia” equipos de telecomunicaciones (4).
Estos mismos medios no han dicho ni media palabra sobre protestas similares de presos en Colombia, que recientemente también se han cosido la boca en denuncia de sus condiciones carcelarias (5). Pero sí han convertido en noticia la de varios opositores al gobierno de Hugo Chávez, en aplicación de su habitual doble rasero informativo (6).
Luis Díaz López, en el blog “La Joven Cuba”, hace una refrescante y nada dogmática descripción de lo que es la marcha popular por el Primero de Mayo en Cuba (7). Para este joven cubano se trata de “un día festivo, donde los cubanos después del desfile se plantan cerca de una pipa de cerveza y pasan su día con felicidad y alegría, lejos de esa óptica obligatoria y jerárquica que (la prensa internacional) le pretende dar”.
Y es que el Primero de Mayo en Cuba es, además de un acto de apoyo masivo a la Revolución, una fiesta político-social de características inéditas en el mundo. Pero eso parece imposible que algunos lo entiendan.

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