Fidel siempre tuvo la razón
ORLANDO ORAMAS LEÓN

Para los cubanos no es noticia, pero aquella
afirmación del líder de la Revolución, que personeros de la
administración de Bush y de la mafia anticubana trataron de
desmentir
o desvirtuar, hoy es confirmada por el Departamento de
Justicia del
país que contrató, entrenó y fue cómplice de quien ahora
reconoce como
una amenaza para la seguridad pública.
Un gran jurado federal de Texas presentó acusación
formal contra Luis Faustino Clemente Posada Carriles, por
siete cargos
que incluyen fraude en el proceso de naturalización y seis por
dar
información falsa durante las entrevistas ante oficiales de
inmigración.
Una nota oficial del Departamento de Justicia
afirma
que Posada mintió varias veces acerca de su ingreso a Estados
Unidos,
ocurrido en marzo del 2005, en particular respecto a las rutas
de
transporte, los métodos utilizados y sobre quiénes le
acompañaron en
la travesía.
"Sabemos que entró en el Santrina con cuatro
individuos", afirma el texto de la fiscalía, que demoró casi
un año en
reconocer públicamente el emplazamiento del Presidente cubano
al
gobierno de la potencia que se ufana de lanzar guerras a nivel
global
contra el terrorismo.
El diario yucateco Por Esto les estropeó la
impunidad
al dar la noticia. Posada viajó en el Santrina, embarcación
que ha
estado al servicio de la mafia de Miami, la misma que organiza
tráfico
humano y de drogas a través de las aguas y territorio
mexicanos.
Santiago Álvarez Fernández-Magriñá y Osvaldo Mitat, de extenso
expediente terrorista, fueron anfitriones en el Santrina y le
dieron
cobija en Miami.
El 11 de abril del 2005, cuando el asesino de
Barbados
tenía 19 días de haber entrado ilegalmente a Estados Unidos,
Fidel
emplazó a la Casa Blanca a responder si escondía o no a
Posada.
Fue en el Palacio de las Convenciones, donde el
Comandante recordaba al presidente George W. Bush sus palabras
del 26
de agosto del 2003: Si alguien protege a un terrorista, si
alguien
apoya a un terrorista, si alguien alimenta a un terrorista, es
tan
culpable como los terroristas.
Que el gobierno de Estados Unidos responda si
esconde
o no a Posada Carriles, exigía Fidel en esa y otras
comparecencias,
mientras el terrorista estaba refugiado en Miami, allí donde
se han
organizado incontables planes de agresión y muerte contra
nuestro
país.
¿Qué clase de presidente tiene los Estados Unidos
que
permite que un monstruo terrorista que hizo estallar en pleno
vuelo un
avión con 73 personas a bordo y llevó explosivos para hacer
volar el
Paraninfo de la Universidad de Panamá, con lo cual hubieran
podido
morir cientos de personas, esté en su país a buen recaudo?
¿Qué seguridad puede tener el pueblo
norteamericano
con un presidente así? ¿Para qué sirven todos los cuerpos de
seguridad, todos los órganos de inteligencia, la maquinaria
que cuesta
cientos de miles de millones de dólares, si no sabían que allí
estaba
Posada Carriles?, eran las preguntas de Fidel.
No fueron las únicas, pero todas quedan sin
respuesta
oficial. Posada Carriles encara siete cargos, pero ninguno por
las
vidas truncadas en el vuelo de Barbados, tampoco por la de
Fabio di
Celmo, amén de otros crímenes cometidos en su largo prontuario
bajo la
sombrilla protectora de Estados Unidos.
Aun si lo procesan por los cargos presentados, y
aun
si lo condenaran a las penas que, según las leyes, de ese país
corresponden por esos delitos, Fidel seguiría teniendo la
razón.
Estados Unidos no va a enjuiciar nunca a Posada
Carriles por terrorista, porque tendría entonces que poner
ante el
fiel de la justicia sus crímenes contra Cuba.
De la mentira al silencio
La denuncia
realizada por Fidel sobre la entrada
ilegal a Estados Unidos del terrorista Luis Posada Carriles
provocó
histeria en Washington.
La secretaria de Estado norteamericana,
Condoleezza
Rice, afirmó que su gobierno no tenía evidencia de la
presencia de
Posada en Estados Unidos y que ello presumiblemente era un
invento de
la inteligencia cubana. Para entonces el criminal cumplía su
primer
mes de estancia en Miami.
Su adjunto de entonces, el subsecretario para
asuntos
del hemisferio, Roger Noriega, dijo que se trataba de una
maniobra de
manufactura cubana, mientras el portavoz del Departamento de
Estado,
Richard Boucher, evadía responder los emplazamientos de Fidel y
ante
cada pregunta de los periodistas los remitía a otras carteras,
en
especial a las de Seguridad Interna y de Justicia, cuyos
voceros
también hacían mutis.
Por aquellos días, Boucher respondía
lacónicamente:
"hay algunos informes de que se encuentra en Estados Unidos,
pero
sobre el lugar exacto donde está es cuestión de otras
autoridades
competentes". Sin embargo, Posada ya había comparecido ante la
prensa
de Miami.
Kevin Whitaker, responsable del Buró Cuba del
Departamento de Estado, respondió al jefe de la Oficina de
Intereses
de Cuba en Washington, Dagoberto Rodríguez, que no tenía
información
sobre la presencia de Posada Carriles en ese país y repetía la
tesis
de que las afirmaciones del Comandante en Jefe eran poco
confiables.
Estos y otros personajes fueron al final parte del complot,
junto con
la mafia de Miami, que acogió al criminal, y hoy guardan
silencio. (Mariela
Pérez Valenzuela)
¿Y Fox qué?
"Pienso que
el Gobierno de México debe hablar sobre el
caso", decía Fidel por aquellos días, tras revelarse que el
Santrina
había estado en Isla Mujeres, en territorio azteca. Y al
presidente
Vicente Fox le reclamaba: "solo le pido que me explique, que
esclarezca, que dé todos los detalles, horas exactas, quiénes
fueron,
qué tiempo estuvieron¼ " Posada y sus compinches en el Caribe
mexicano. La administración de Fox hizo poco honor al
prestigio de su
nación, con respuestas cantinflescas que llegaron incluso a
desmentir
al entonces secretario de Marina, quien reconoció la estancia
del
terrorista en su país.
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