enfermedad, ante la que el país no cesa sus esfuerzos para garantizar la calidad del tratamiento.
¿Cómo saber si padeceremos cáncer en el futuro? ¿Existe algún chequeo médico que nos arroje esos pronósticos? ¿Podemos confiar en los T.A.C. contrastados para detectar el padecimiento? ¿Cuáles pueden ser los alimentos, las sustancias químicas o los hábitos que favorezcan la aparición de esta enfermedad? ¿Acaso los productos alternativos de la medicina natural, como el Vimang, pueden ser efectivos en su tratamiento? ¿Y cuánto puede serlo el de cobalto?
Tomándolas como punto de partida, se realizó este jueves la segunda parte, en la que comparecieron igualmente la doctora Teresa Romero, jefa de la Sección Independiente de Control del Cáncer del Ministerio de Salud Pública; el doctor Agustín Lage, director del Centro de Inmunología Molecular; la doctora Caridad Verdecia, jefa del Servicio de Oncopediatría y se sumó en esta ocasión, el doctor Erasmo Gómez, vicedirector de Asistencia Médica del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología.
Los chequeos médicos que estamos acostumbrados a realizarnos desde pequeños no pueden hacernos saber si padeceremos o no cáncer, precisó Romero para comenzar a brindar las respuestas solicitadas. “El mejor chequeo parte de conocer los síntomas que pueden alertarnos sobre la aparición de un cáncer y que nos deben remitir de inmediato a la consulta de una especialista. Hablamos de aparición o cambios de lunares, la presencia de un “bulto” donde antes no existía nada, un sangramiento inesperado, adelgazamiento excesivo en corto tiempo sin razón aparente, entre otros”.
La galeno puntualizó que las 203 enfermedades que se catalogan dentro del grupo cáncer responden a una amplia gama de causas, aunque se pueden manejar determinados factores de riesgo. “No solo el tabaco y el alcohol son agentes cancerígenos; también el uso excesivo de determinadas sustancias químicas nocivas para el organismo, la contaminación ambiental y no pocas enfermedades infecciosas”.
En tal sentido, Cuba muestra una situación más favorable que otros países en tanto ya han desaparecido del territorio determinadas infecciones. “Sin embargo, virus como el de la hepatitis B pueden incidir en el padecimiento del cáncer, a pesar de que el programa de vacunación la contempla y con él se garantiza más del 50 por ciento de la prevención. En el caso de las mujeres, por ejemplo, complicaciones de infecciones de transmisión sexual pueden propiciar el cáncer del cuello del útero, que sí puede ser detectado a tiempo con la realización cada tres años de la prueba citológica, a partir de los 25 años”.
Es muy difícil predecir si tendremos o no cáncer, aseveró Lage. “Cada segundo se duplican cuatro millones de células, cada una de las cuales tiene 30 mil genes que deben replicarse, proceso en el que pueden ocurrir errores, es decir, mutaciones. Algunas de ellas pueden provocan esta enfermedad y aunque no lo sepamos, sí debemos garantizar una educación y promoción de salud al respecto para estar preparados y aumentar las posibilidades de supervivencia, en la medida en la que el diagnóstico sea más temprano”.
El tratamiento a seguir en cada paciente debe ser multidisciplinario, afirmó el doctor Gómez. “Se puede acudir a la cirugía, a la radio o a la quimioterapia, entre otras opciones, en dependencia de la fase clínica de la enfermedad y el esquema terapéutico que se asuma, que determinará qué hacer primero”.
La cirugía es el arma fundamental, agregó, aunque es muy efectiva la combinación con determinados tratamientos para que no sea radical, por ejemplo, como lo era antes en el caso de la mastectomía.
“Los T.A.C. contrastados sí son muy confiables, aunque su utilización dependen del criterio de los especialistas”, acotó.
Sobre el uso de los medicamentos alternativos de origen natural, Gómez insistió en que pueden utilizarse aquellos cuyo efecto está ya comprobado, pero “bajo ningún concepto debe abandonarse un tratamiento orientado por el equipo de especialistas sobre la base de protocolos bien establecidos para ponderar aquel que ofrecen este otro tipo de medicamentos, sin evaluarse previamente”.
El cigarro y el alcohol son hábitos que preocupan al especialista pues las cifras de cáncer de laringe se han incrementado en los últimos años. “Al respecto, hay que trabajar en la educación y propiciar con ella modificaciones conductuales favorables”, precisó Romero.
No se puede hablar de una explosión de casos de cáncer en menores, aseguró Verdecia, pues tenemos como promedio alrededor de 300 casos cada año, comportamiento estadístico que se ha mantenido en períodos precedentes. “Por fortuna, los medios diagnósticos actuales permiten detectar tempranamente este tipo de padecimiento y evitar que en edades jóvenes sea como sucede entre 40 y 60 años”.
Desde el punto de vista científico, en el mundo son muchos los productos que salen a la luz para combatir el cáncer y Cuba no está ajena, subrayó Lage. “Se comprueba cada día la efectividad de algunas producciones del Centro de Inmunología Molecular, ya registradas, y otras se desarrollan en las diferentes fases de los ensayos clínicos. No podemos renunciar al rigor que exige la investigación de productos como estos, pues esto asegura la protección de los pacientes, aunque sí podemos dirigir nuestros empeños para lograr que el sistema de evaluación sea más eficiente, menos demorado”.
Desde el punto de vista tecnológico, es válido destacar que el país garantiza la adquisición de equipos modernos, como los adquiridos recientemente e instalados en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, que permitirán el beneficio de aproximadamente 500 pacientes al año, agregó Gómez. “No solo se puede en poco tiempo diagnosticar una lesión maligna y conocer su estadío, sino que con ellos se asegura también el tratamiento de radioterapia y el estudio del paciente, desde su respuesta al tratamiento, su evolución, entre otros requisitos. Un hecho constatable de la voluntad del país de combatir el cáncer, con la prioridad que esto requiere para la salud de la población”.
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