viernes, 20 de junio de 2014

Refugio de las estaciones teatrales


En la calle Milanés, de Matanzas, cerca del lugar donde nació el bardo José Jacinto Milanés, se alzan los horcones de una robusta casa, cimentada con el amor, el sentido de pertenencia y la entrega de sus trabajadores.









Se trata de la Casa de la Memoria Escénica, un sitio muy especial  donde se recoge parte del quehacer de la escena matancera y cubana y se salvaguarda una zona muy importante de nuestra identidad nacional. A ese propósito ha tributado el Evento Científico de las Artes Escénicas El Anaquel que durante once ediciones ha enfrentado el desafío de documentar la memoria escénica.

El espacio físico es limitado y ya resulta pequeño para tantas funciones que realiza la institución. Hoy la Casa cuenta con un área de documentación y biblioteca, un área de formación didáctica, otra de publicaciones, una dirigida a la difusión, un almacén, una fototeca y una hemeroteca. Para su fundación se tomaron como punto de partida los Centros de Documentación de Madrid y de Bilbao.

 VEINTE AÑOS SI ES ALGO

Para celebrar los veinte años de la Casa, en la galería La Vitrina tuvo lugar la inauguración de la exposición Fondos de la memoria (1994-2014) a cargo de Ulises Rodríguez Febles, director de la institución que pertenece a la Red Iberoamericana de Archivos.

Encabeza la muestra expositiva una instantánea captada en el año 2005 como parte del Coloquio Ochenta Estorinos, cuando la sala principal de la Casa de la Memoria Escénica fue bautizada con el nombre del autor de El robo del cochino.

En la exposición se pueden apreciar además, fotografías, bocetos, programas de mano, el Manifiesto fundacional de Teatro de las Estaciones, carteles y diseños del maestro René Fernández Santana, director del grupo Papalote.

 DOCUMENTAR LA MEMORIA DESDE DENTRO

Muchos son los testimonios que guardan quienes han hecho posible el prestigio nacional e internacional de la Institución. Entre anécdotas y recuerdos transcurrió la jornada de homenaje por los veinte años de la Casa.

En el evento Documentar la memoria, Lucía Pérez –quien la dirigiera entre 1994 y 1999- rememoró cómo en los momentos fundacionales fueron de teatro en teatro recopilando boletines y catálogos con el propósito de organizar el fondo bibliográfico, documental e iconográfico.

“Establecimos relaciones con las revistas Tablas y Conjunto. Realizamos las tertulias y coloquios iniciales en la primera sede de la Casa y en el Teatro Sauto donde les rendíamos homenajes a creadores del mundo de la escena, con la inauguración de exposiciones, recitales de poesía, lecturas dramatizadas, proyecciones de documentales y presentaciones de textos. Todos los logotipos de las instituciones se los encargamos al diseñador Zenén Calero”, explicó Lucía.

Para el dramaturgo y director teatral René Fernández Santana, esta Casa constituye “el refugio donde depositamos con confianza las estaciones de todo el género teatral. En la Casa de la Memoria Escénica las cortinas se siguen abriendo”.

Por su parte, la narradora oral Mayra Navarro hizo un llamado a rescatar los valores que se han ido perdiendo como una suerte de “antídoto contra la desmemoria y el tiempo”.

El Centro de Información e Investigaciones de las Artes Escénicas lleva el nombre de Israel Moliner Rondón –en honor a ese incansable promotor e investigador del teatro matancero- recordó el dramaturgo Ulises Rodríguez Febles (Cárdenas, 1968).

“Cuando asumí la dirección de la Casa intentamos adoptar las experiencias internacionales interesantes a nuestras circunstancias. Sin embargo, este centro guarda la memoria escénica del circo, la danza y de todos los grupos de teatro de la provincia.

“No está circunscrito a ninguna especialidad. Hacemos una socialización del archivo diferente a la que se realiza en América Latina, donde el proceso se limita solo a las imágenes”, explicó Ulises, el Coordinador de la Red Cubana de Archivos de las Artes Escénicas.

 La historia de dos instituciones culturales -ya desaparecidas- se puede revivir gracias a la labor de orfebre realizada por Ulises y sus muchachos. Así la Casa atesora las voces del locutor del Circo Atenas junto a instantáneas, libretos con anotaciones al dorso e, incluso, fragmentos de canciones interpretadas por los cantantes del Teatro Lírico de Matanzas, en su momento, el mejor de la Isla.

 MARCO JURÍDICO PARA LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO ESCÉNICO

En opinión de Ulises, quien también es  investigador y guionista radial, deberían ser más fuertes las  “leyes y regulaciones particulares para la conservación y protección del patrimonio escénico” y la propiedad intelectual sobre “documentos, fotografías, grabaciones, videos, documentos, afiches, carteles digitalizados, manuscritos, obras dramáticas, bocetos de diseños”.

Autor de obras como El Concierto y Huevos, comparte su tiempo entre la escritura de piezas teatrales y la investigación encaminada a convertir el Centro que dirige en un sitio de referencia no solo nacional sino también internacional.

El código de ética de la Casa de la Memoria Escénica devino paradigma a la hora de fundar el Archivo Teatral cubano en Miami, el Centro de Estudios del Diseño Escénico y la Galería Raúl Oliva – ubicados estos dos últimos en el Centro Cultural Bertolt Brecht, de La Habana-.

Los investigadores de la Casa matancera lograron implementar un método de clasificación y organización de los archivos físicos y digitales que puede servir de referencia a otras instituciones de su tipo. Lo paradójico es que en el año 2014, cuando se celebra su aniversario número veinte, aún no cuentan con acceso a internet.

Una muestra del prestigio alcanzado por Ulises y su equipo es que el director de El Mirón Cubano, Albio Paz (Zulueta, La Villas 1936 - Matanzas 2005), fue uno de los primeros en donar sus fondos a la Casa de la Memoria Escénica. Otro director de teatro, que apostó por legar sus fondos a la institución, es Pedro Valdés Piña, líder de la compañía de teatro para niños Okantomí.

Freddy Artiles (Santa Clara 1946 - La Habana, 2009), fue incansable y voraz lector,  dramaturgo e investigador del teatro para niños y de títeres. Obedeciendo a su última voluntad, Mayra Navarro –viuda de Artiles- donó parte de sus investigaciones a la casa yumurina.

 UNIDAD ENTRE LA ÉTICA Y LA ESTÉTICA

Entre los requisitos para laborar en la institución se encuentran poseer estudios universitarios, conocimientos generales de circo, danza, teatro, estudios de investigaciones socioculturales, historia y estética, de relaciones públicas, promoción, comunicación social y publicidad.

Otros saberes imprescindibles –en opinión de Rodríguez Febles- son los relativos a la informática, la fotografía, el video, la curaduría, la producción artística, el trabajo de archivo en una biblioteca, y el conocimiento de las leyes relacionadas con la conservación del patrimonio nacional.

Pero sin dudas, la ética y el sentido del compromiso distinguen a investigadores del centro como Derbys Domínguez en quien Ulises depositó- con total confianza- la responsabilidad de procesar los archivos de Albio Paz y Freddy Artiles que atesora la institución.

 “He tenido el privilegio intelectual y humano de trabajar con los fondos de dos figuras trascendentales de la segunda mitad del siglo XX cubano”, manifestó Derbys refiriéndose a Paz y Artiles.

Entre los documentos que Albio le entregó personalmente a Ulises se encuentran libros, cartas personales, reflexiones, manuscritos, revistas, misceláneas, programas de puestas en escenas, publicaciones periódicas, recortes de prensa, diplomas, sellos conmemorativos y medallas.

El director de El Mirón Cubano donó a la institución un total de cien fotos. En 25 de ellas aparece en su faceta de actor en puestas memorables como Aire Frío o Las Brujas de Salem. En el resto se aprecia su quehacer como director teatral y una muestra de las giras internacionales que realizó el grupo que liderara hasta su fallecimiento.

Documentos de gran valor, en opinión de Derbys, son los primeros apuntes de Albio sobre El Quijote, un clásico del teatro callejero de los años 90, así como la fundamentación teórica de la Jornada Nacional de Teatro Callejera y la obra Huelga con la cual recibió el Premio Casa de las Américas en 1981, compartido con Luis Rogelio Nogueras, Wichy.

En 2012, Mayra Navarro donó a la Casa de la Memoria una parte de la enorme biblioteca que gestó en vida Freddy Artiles. Dentro del importante donativo figuraban 32 revistas relacionadas con el teatro en España y los Estados Unidos, libros, manuscritos, obras, periódicos, textos sobre el arte de los títeres en Estados Unidos, el diseño, el periodismo y la teoría teatral así como una colección de la revista Conjunto entre los años 1968 y 2009.

El fondo Freddy Artiles contiene, además, críticas y artículos escritos por el investigador, memorias, programas de teatros para piezas suyas como De dos en dos (1975), Vivimos en la ciudad (1980), Adriana en dos tiempos (1971), una documentación de su trabajo junto al Teatro Político Bertolt Brecht y una colección de programas del Festival de Teatro de La Habana.

Entre las novedades encontradas por Derbys se encuentra el documento manuscrito de la pieza, en un acto, A la espera –la última obra inédita de Artiles-. También en manuscrito, se encontraron fragmentos del Diccionario del Teatro en Cuba: un viejo sueño que no llegó a materializar.

 PUNTO DE PARTIDA

La labor de la Casa de la Memoria Escénica ha ido más allá de sus objetivos fundacionales. En 2008 auspició la realización del Primer Encuentro de Archivos de las Artes Escénicas. En ese mismo año surgió la Cátedra de Estudios Dramatológicos.

Si hoy el Teatro Sauto, Monumento Nacional, cuenta con su historia –el texto recibió Premio José Luciano Franco y Juan Marinello- es gracias a la labor de Daneris Fernández, quien realizó sus primeras tareas, como investigadora, en la Casa.

El texto Historia del Teatro Sauto, vio la luz por iniciativa de Mercedes Fernández, actriz, promotora cultural y Presidenta del Consejo Provincial de las Artes Escénicas entre 1990 y 2012.

Marvelys Díaz, investigadora de la institución, explicó que: “Hemos sido asesores y promotores de eventos de danza, dramaturgia, circo, teatro callejero y de teatro de títeres. Con el apoyo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Asociación Hermanos Saíz creamos un grupo de niños archivistas en la comunidad”.

Nancy Benítez, directora del Centro Nacional de Investigaciones de las Artes Escénicas, ponderó la labor realizada en la Atenas de Cuba por Ulises Rodríguez Febles:

“Ojalá que hubiera muchos centros como este en todo el país. Ellos realizan un trabajo de mucha seriedad, confianza y responsabilidad. No contamos con el apoyo necesario para proteger el patrimonio escénico. Tengo el sueño de fundar el Museo del Teatro Cubano”.

A esta redactora solo le queda sumarse a las felicitaciones para la Casa de la Memoria Escénica por su imprescindible labor en pos de la lucha contra la desidia y la desmemoria, que es también una batalla por el futuro, por la historia y a favor de la cultura cubana. 

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